Castelli

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Devoluciones extendidas de Navidad hasta finales de enero

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Castelli Girona en La Maratona Dles Dolomites
Girona y ciclismo van de la mano, por eso es difícil que en un grupo de amigos no encontremos un apasionado de la bici. En nuestro caso todos somos unos locos de las aventuras en pedales, y nos pasamos los días fantaseando con nuevos viajes, retos y días felices sobre la bici. Así fue como empezamos a soñar con lo que nos parecía algo imposible. Era invierno, hacía frío y planeábamos cómo escapar del caluroso verano de Girona. La respuesta estaba clara: las montañas.
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Somos Óscar, Javi, Marta y Sergi, un grupo de amigos que ha compartido numerosas aventuras en bicicleta. Óscar inició este viaje. Su contagiosa sonrisa, su optimismo y su visión de la vida nos cautivaron cuando nos propuso: "Oye, ¿por qué no nos vamos a los Dolomitas?". Para Javi y para mí, los Dolomitas ocupan un lugar especial en nuestros corazones como uno de los destinos más mágicos que hemos conocido. El encanto de aquellas montañas y la belleza del paisaje nos hicieron volver por tercera vez. A pesar de no saber cómo ni cuándo, nuestra decisión estaba tomada. Sergi ya estaba preparado con su cámara, vislumbrando innumerables retratos que capturar. Castelli nos apoyó desde el principio, guiándonos hacia Italia. La Maratona Dles Dolomites nos esperaba. Aunque faltaban seis meses, el día llegó rápidamente. No sabíamos hasta qué punto estábamos preparados, pero nuestra pasión y entusiasmo se impusieron a cualquier duda. Castelli nos apoyó desde el primer momento, y nos puso una alfombra roja en dirección a Italia. La Maratona de las Dolomitas nos esperaba... Faltaban 6 meses, parecía mucho, pero sin darnos cuenta el día llegó, no sabíamos si estábamos preparados o no, pero las ganas y la ilusión podían con todo.

Salimos de Girona el viernes a las 3:30 de la mañana. Ocho largas horas después llegamos a Fonzaso, sede de la fábrica de Castelli. Antes de nuestra llegada, hicimos una breve parada para disfrutar de una exquisita porchetta cuidadosamente preparada durante nueve horas por el propietario de un bar de carretera, también antiguo ciclista, que nos recordó la excelencia culinaria de Italia. Soren, responsable de marketing de Castelli, nos dio una calurosa bienvenida a la fábrica. Explorando cada rincón de la sede, nos sorprendió gratamente encontrar un lugar que, a pesar de utilizar tecnología punta en la confección de prendas, conservaba una esencia familiar y artesanal.
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Nuestro viaje continuó hacia Corvara, en Badia, haciendo una parada en el lago Alleghe donde no podía faltar la experiencia de tomarnos un helado artesano, otra joya de la gastronomía italiana. El camino a Corvara preparó el terreno para las maravillas que nos esperaban en la Maratona, rodeados de un impresionante paisaje alpino. El sábado, dentro de las muchas actividades celebradas durante el fin de semana en el pueblo, la familia de Castelli organizaba una salida social. Decidimos unirnos, ya que esperar hasta el domingo para salir a pedalear en un paraíso ciclista como este, ¡habría sido una tortura!

Brillaba el sol, la carretera de Paso Campolongo y Pordoi era preciosa y por el camino no paramos de conocer a gente fantástica que nos acompañaría duerante todo el fin de semana. ¿Qué tiene exactamente la gente de este valle que es tan alegre y hospitalaria? ¿Será que viven en paz y armonía? ¿Será el poder de la montaña? Cuidan a sus visitantes como tesoros, y es de agradecer; te hacen sentir como en casa.
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Domingo 7 Julio, día de la Maratona; nos despertamos a las 4:00 de la mañana ya que tomábamos la salida a las 06:30. El clima no pintaba muy bien pues empezaba a llover de nuevo, estábamos a nueve grados y la carretera estaba mojada; nos encontramos con la realidad del verano en alta montaña. Vestidos con Gabbas, Tempestas, cubrezapatillas, y guantes, estábamos preparados. Nuestro atuendo contrastaba con las fantásticas ocurrencias de aquellas personas ya acostumbradas a salir en bicicleta sea cual sea la circunstancia: desde bolsas de plástico a monos de trabajos para cubrirse de la lluvia y el frío. Los clásicos habían vuelto y estábamos emocionados de volver a ver al ciclismo en su estado más puro.

Durante la Maratona vimos una variedad de bicicletas clásicas interminable, fabricadas con todos los materiales posibles. Además de diferentes bicicletas, nos reunimos allí personas de toda condición y físico, cada una con historias peculiares, pero la motivación y el amor por el ciclismo fueron el motor común contra la lluvia y el frío. Con un sentimiento de comunidad y un mismo objetivo, empezamos a subir.

Empezamos subiendo el Passo Campolongo, después el Passo Pordoi y también el Passo Sella, al que le siguió el Gardena, y vuelta a Corvara para seguir con el recorrido más largo que seguía por el Passo Giau y Falzarego. Javi y Sergi se dedicaron toda la carrera a dar ánimo a la gente que más le costaba, alentaban y cantaban, empujaban a quien no era capaz de subir, siendo así la alegría de la fiesta. Óscar, abrumado por la inmensidad del paisaje, observaba con los ojos bien abiertos todo aquel escenario que parecía sacado de una película. Ocho horas después estábamos todos juntos de nuevo en el hotel donde nos esperaba un baño caliente al aire libre como recompensa. Nos sentíamos agotados.

Esa misma noche Soren y Camila nos llevaron a cenar a Ustaria Posta, otro de esos lugares que nunca hubiéramos encontrado de no ser por alguien local que conoce los sitios tradicionales. Ustaria Posta une la tradición italiana con la influencia austríaca, así como la pasión ciclista y la hospitalidad sin límites. Gracias Eduard por tu humor, cariño y por hacernos sentir tan especiales. ¡Volveremos pronto!
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El lunes, como broche de oro, tomamos camino hacia Mezzolombado, donde tuvimos una visita muy especial a la Azienda Agrícola Foradoori. Myrtha y Emilio nos recibieron y enseñaron la bodega familiar, donde se elaboran vinos únicos con su Teroldego del Campo Rotaliano; vinos de Pinot Grillo muy sabrosos con maceraciones de meses, y Nosiolas, cada vez más difíciles de encontrar, que se elaboran en tinajas de barro. Catamos sus quesos artesanales y también los vegetales que cultivan con tanto cariño ellos mismos. Son personas que no dejan de crear y experimentar. Son personas que inspiran.
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Llegamos a Italia con el propósito de completar un reto tan grande como la Maratona de las Dolomitas: 138 km con 4230 m de desnivel. Sin embargo lo que parecía el objetivo principal, enseguida se convirtió en secundario. El impacto que este viaje tuvo en nosotros, poco tiene que ver con kilómetros, vatios y desnivel, sino con la hospitalidad y cariño de todas las personas que nos recibieron y que hicieron de esta aventura un recuerdo inolvidable. Volvemos con el corazón contento y lleno de experiencias e historias bonitas que deseamos compartir con quien nos rodea. ¡Gracias Italia, ha sido un sueño!
Maratona Sunday 29
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